José Arlex Arias, La Verdad, Cartagena, octubre 31 de 2016

Cuando se piensa en cómo es una persona a quien se le otorgó el premio Nobel de Paz, se la imagina bien intencionado, con errores, como todo ser humano, pero pensando en el bien común; nunca como un adalid de potentados y de multinacionales. Se sueña un Nobel de Paz parecido a ese maravilloso pillo Robin Hood, que le robaba a los ricos para darle a los pobres. Ese es el engaño cuando el premio se lo entregan a personajes como Obama, que siembra de sangre a todos los continentes o a un Santos que, como presidente de Colombia, implementa un gobierno plutocrático, neoliberal que “despatrimonializa” a este país para trasladar sus recursos a monopolios transnacionales. La actual crisis social y económica y el mayoritario rechazo a su gestión, son muestras fehacientes de esta argumentación.

Estos personajes son embaucadores, manipuladores y utilizan el aparato mediático para sus labores filibusteras, mediante las cuales actúan empobreciendo grandes capas sociales de la población en beneficio de unos cuantos, incluso negando los apostolados que dicen defender, como el de la libertad de mercados, para ayudar a fortalecer los monopolios privados. Ellos recurren a los anhelos de las personas precisamente para engañarlas, como cuando César Gaviria utilizó las ilusiones de paz para impulsar una constituyente que terminó convertida en la Constitución Política Nacional actual, marco de la superestructura del modelo neoliberal para Colombia.

No es gratuito que el presidente Santos haya perdido el plebiscito del 2 de octubre pasado, puesto que le castigaron su gestión encaminada a envilecer a las mayorías, que son las capas pobres y medias y los empresarios nacionales, quienes no comprendieron que es necesario respaldar una negociación política para desarmar a las FARC sin que con ello se apruebe el gobierno de Santos, quien el 19 de este mes radicó una alardeada Reforma Tributaria que desnuda su carácter de Robin Hood pero al revés, porque pretende quitarle a los pobres, asalariados, pensionados, clase media, profesionales y empresarios nacionales –o sea, a un noventa por ciento de los colombianos–, para seguir concentrando la riqueza en los más poderosos.

Las cifras comprueban la propuesta de Santos: “El recaudo adicional del Gobierno Nacional por tipo de impuesto esperado con reforma 2017 – 2022”, indican que en 2017, mientras que por IVA e Impuesto al Consumo más el de la Gasolina, se recaudarán cerca de $9 billones, a esos potentados, que pagan el Impuesto de Renta, les dejarán de cobrar casi $2 billones. Esta estructura, proyectada al 2022, arroja que en IVA e Impuesto al Consumo y Gasolina pagaremos $15.5 billones adicionales, pero en Renta será de solo $382 mil millones, que lo pagarán los 500 mil asalariados y pensionados que ganen $2.750.000 al mes. Bien hace Jorge Robledo, precandidato presidencial del Polo Democrático, por quinto año consecutivo elegido el mejor senador, en llamar al Congreso a no aprobar esta Reforma y a los colombianos a la movilización pacífica. ¡Más regresiva y plutocrática no puede ser la Reforma Tributaria!

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