Sí fuéramos versados cazadores en la montaña,

De repente entendiéramos exactos

Los latidos en intrincadas abras.

——

Sin tan altos pergaminos,

Quizás pudimos acertar en estos,

Hoy latiendo al tigre encaramado.

Escabroso el rumbo hablan los ladridos.

——

Salimos un día por una puerta abierta un segundo

Y echamos a andar elásticos,

Las manos enérgicamente en los bolsillos,

El cabello sobre los hombros,

Sonido y luz por delante.

——-

No volvimos a ver aquella puerta,

Nuestras manos decayeron,

Pero continuamos,

Oíamos por un filo de repente

Un ruido por aquilatar,

Veíamos a veces un destello

Para afanarnos.

——–

Hoy no somos lo que fuimos,

Sin embargo, seguimos,

En senda artera oímos el latir,

Con escasa luz inquirimos la tierra.

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