A raíz de la exclusión de los militantes del Partido Comunista Colombiano, PCC, del Polo, declaraciones de esa organización y de sus principales voceros, contienen aseveraciones calumniosas y temerarias contra el MOIR y su principal vocero público, el senador Jorge Enrique Robledo. En igual forma, distintos documentos y opiniones de personas que se refieren a la controversia en trámite, agreden a otros destacados dirigentes del Polo como Clara López, Carlos Gaviria, Carlos Romero, Jaime Dussán y Wilson Arias. Tales agresiones nos obligan a reiterar nuestra posición sobre los asuntos que son objeto de debate en el Polo Democrático Alternativo, PDA.

La aparición de la contradicción actual en el Polo, es responsabilidad directa de quienes rompieron los acuerdos fundacionales del partido y echaron por la calle del medio al comprometerse con el impulso, la conformación y la conducción del movimiento político Marcha Patriótica, en desafiante contravención del programa, los estatutos y las decisiones del Comité Ejecutivo Nacional del PDA. Recordemos que quienes se fueron hacia el movimiento Progresistas tuvieron igual tratamiento, con la aprobación, sin reserva alguna, de los miembros del Partido Comunista que eran integrantes del Comité Ejecutivo Nacional del Polo.

Al no aceptar la participación dual en movimientos políticos distintos, estamos velando por la vigencia del Polo. Resulta por demás absurdo que nos señalen como divisionistas a quienes, por el contrario, hemos tenido probada lealtad y disciplina con los postulados programáticos, la organización y las políticas y resoluciones de la Dirección del PDA. Es una conducta irresponsable y temeraria la desinformación y la propalación de infundios sobre nuestras actuaciones en la lucha política y reivindicativa. Nuestro quehacer, de probada postura antiimperialista y democrática, ha estado y está a la vista y para el escrutinio de todos los colombianos.

Veamos algunas de esas calumnias: “Una responsabilidad grave corresponde a los dirigentes del Moir en su cerrado sectarismo y en su empeño de llevar al Polo a la conciliación con sectores terratenientes y empresariales, trasvestidos de burguesía nacional” (http://bit.ly/NrZORt). “Si el Moir no está a gusto con el PC en el Polo, pues que se vaya para la `unidad nacional´”. En las páginas web de Anncol y de Pacocol (Partido Comunista Colombiano) se han colgado artículos que mienten al poner a Jorge Enrique Robledo como propietario de tierras rurales y de ocuparse únicamente de defender a los poderosos, acusación falaz contra la destacada y reconocida labor de Robledo al servicio de los reclamos de trabajadores, campesinos y del empresariado nacional. Y más irresponsable es el artículo firmado por Horacio Duque Giraldo, que dice: “Jaime Dusan, Carlos Romero, Clara López y Carlos Gaviria quieren ganarse la gracia y el perdón de la oligarquía colombiana acuchillando a los comunistas”(http://bit.ly/Rk1zVS). Es inconcebible tal grado de agresividad y calumnia en un país donde, desafortunadamente, las prácticas terroristas y el atentado personal se han impuesto como métodos en la lucha política y social. También se nos endilga una supuesta indolencia o despreocupación por los asuntos de la paz.

Los acuerdos fundacionales de Alternativa Democrática, y del Polo Democrático Alternativo después, permitieron juntar distintas tendencias y personalidades para defender la soberanía nacional, los derechos de las clases trabajadoras y la población en general, salvar la producción y el empleo nacionales, reclamar una salida política al conflicto armado y luchar por el establecimiento de un gobierno nacional y democrático. Con la enfática precisión de apelar a la lucha política y electoral, a la protesta ciudadana y la movilización organizada de las masas, descartando la utilización o contemporización con la lucha armada y todas sus degradaciones. Se ponía fin así, lo creímos en su momento, a más de tres décadas de dispersión de la izquierda colombiana. Desde entonces, diciembre de 2005, el Polo ha tenido relevantes avances y no pocos reveses, siempre ligados al grado de lealtad y consecuencia o no que las tendencias y militantes han tenido con el Ideario, los Estatutos y las Directivas y Resoluciones Políticas de las instancias de dirección del partido.

Coherentes con lo aprobado hace casi siete años, los sectores más comprometidos del PDA nos empeñamos en la concreción del más grande haz de voluntades para defender la soberanía, el trabajo, la producción y la democracia. Y para ello intentamos juntar a trabajadores, empresarios nacionales, campesinos, grupos poblacionales, estudiantes, intelectuales, es decir a todos los afectados por las políticas que el gobierno imperialista de Estados Unidos le impone a nuestro país. Los polistas hemos estado en las centrales obreras reclamando trabajo estable y salarios y prestaciones dignas; con los estudiantes defendiendo una educación nacional, científica y democrática; con los productores agropecuarios y la industria manufacturera en las movilizaciones contra los TLC; con los pequeños y medianos mineros contra el desplazamiento y el saqueo de la minería transnacional; juntando sindicatos, alcaldes, académicos, parlamentarios de todos los partidos y grupos poblacionales para defender los intereses de Colombia en Cerromatoso y en La Guajira; con los pacientes, trabajadores, profesionales, sociedades científicas y prestadores de servicios de la salud trabajando unidos para derogar la Ley 100 y conquistar un nuevo modelo de salud; con los caficultores, paneleros, cacaoteros, lecheros, arroceros, ambientalistas, entre muchos otros, practicando una política amplia y de convergencia para ofrecer resistencia a la recolonización imperialista. Observemos que los gobiernos democráticos de América Latina, que hoy están quebrando las políticas del Banco Mundial, el FMI y la globalización neoliberal, lo hacen con acierto, en estrecha alianza con el empresariado nacional y con personalidades progresistas. Aquí, en nuestro terruño, recibimos fuego amigo y se nos estigmatiza por intentar algo similar.

¿De cuándo acá, adelantar una práctica política consecuente con el Ideario de Unidad se puede tildar impunemente de colaboración con los agentes del neoliberalismo y el libre comercio o con la unidad nacional de Santos? ¿En razón de qué quienes dividen al Polo al crear otro movimiento político, alientan falsas expectativas sobre Juan Manuel Santos y desechan construir la más amplia convergencia con los damnificados por el avasallamiento imperialista, son los unitarios y revolucionarios? Pedimos que las contradicciones se resuelvan de manera civilizada, que en las unidades políticas nos atengamos al cumplimiento de los acuerdos y reglas voluntariamente y previamente convenidas. Nadie puede pretender imponerle a otro la adopción de tácticas y estrategias que no son de su parecer y, menos aún, si la historia y la práctica han mostrado su ineficacia y su inconveniencia.

Acompañamos sin reserva la exigencia de una salida política al conflicto armado; eso sí, sin detrimento de nuestro rechazo al terrorismo, el atentado personal, la destrucción de la infraestructura económica, la extorsión y demás degradaciones cometidas a nombre de la revolución. Estamos con los anhelos del pueblo colombiano a vivir sin la ya larga pesadilla del conflicto bélico que nos golpea desde hace varios decenios y sus nefastas consecuencias para la democracia, la economía y la soberanía nacional.

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