Nicolas Roa Vargas, Bogotá, diciembre 9 de 2016

Los días del Sabio Caldas están contados. Atrapado en el Cauca por los reconquistadores, camina escoltado por jóvenes guardias realistas y su perro, que lo acompaña por una travesía de casi cuatrocientos kilómetros, hacia la capital del Virreinato. Este es el trasfondo en el que Jairo Aníbal Niño escribe su obra de ficción histórica “El inventor de lunas”, en el que narra las últimas horas de este personaje en medio de diálogos donde esclarece de forma sencilla los conceptos del trabajo científico y su relación con la dignidad humana y la soberanía nacional. En el bicentenario del sacrificio de Francisco José de Caldas, cabe recordar esta breve obra y la vida de un intelectual que comprendió que la ciencia debía ir de la mano con el compromiso de liberar las cadenas de una sociedad subyugada. Como homenaje a su legado, la Universidad Distrital lleva su nombre. Sin embargo, de manera paradójica, 200 años después del sacrificio del Sabio, esta institución transita un espinoso camino en el que sus verdugos ya no son los soldados españoles, sino quienes aplican una política educativa en contra del interés nacional.

Para la muestra del tormento sufrido por la institución y el heroísmo cotidiano con el que la comunidad educativa lleva a cabo sus actividades hay tres hechos que este semestre fueron protagonistas: en primer lugar, la crítica situación de infraestructura de la ASAB que ha conllevado a que pasillos y lugares no dispuestos para actividades artísticas se vuelvan escenarios de ensayos, agudizándose esta situación con el deterioro de los sótanos, los cortos eléctricos y las inundaciones constantes; en segundo lugar, el anuncio del traslado de la Facultad de Medio Ambiente y Recursos Naturales a la Sede de Bosa El Porvenir, la cual no cuenta con garantías financieras adecuadas para su funcionamiento con calidad, así como la proclama de que esta sede no será hogar de nuevas carreras profesionales sino de educación técnica y tecnológica para aumentar desmesuradamente la cobertura según lo expuesto en el Plan Distrital de Desarrollo de Peñalosa; en tercer lugar, el anuncio de varias orientaciones inconsultas para reformas académicas, que reemplazan la educación científica por el artilugio neoliberal de las competencias y que proponen que las carreras deban rebuscar sus recursos en el mercado.

Estos padecimientos, entre muchos otros, son muestra de que la crisis de la UD está lejos de subsanarse. Antes se profundiza: el Concejal Manuel Sarmiento ha denunciado que, para 2017, se proyecta un recorte del 12% de su presupuesto general, equivalente a $39,778 millones de pesos, lo que se suma al déficit de 2016 de $28,347 millones, y un recorte del presupuesto de inversión en 38%. Este es el resultado de la política educativa que no responde a la necesidad de otorgar financiación estatal adecuada directamente a la base presupuestal de la UD. Los principales rubros afectados por este recorte serán las inversiones en dotación bibliográfica (-68%), investigación (45%) y desarrollo de posgrados (-54%), el mejoramiento de infraestructura (-40%) y la dotación de laboratorios (-28%) (goo.gl/BTSdOL). Este recorte profundiza la crisis en la universidad pública que menos invierte por estudiante en Bogotá, demostrando que la solución para la crítica situación de la UD no es la asignación de recursos condicionados y limitados como la Estampilla y el CREE ni administrar la crisis haciendo más con menos, como menciona el rector Carlos Javier Mosquera (goo.gl/IJR5r3), sino el reconocimiento por parte del Estado de otorgar plena financiación a la base presupuestal de la Universidad Distrital.

En pleno Siglo XXI hay quienes quieren enterrar al Sabio Caldas de nuevo, esta vez marchitando la Universidad Distrital. Santos y Peñalosa, responsables de la crisis de la universidad de los bogotanos, hacen eco de la sentencia de Pablo Morillo de que el país no necesita sabios, exclamación contra una comunidad universitaria que se esfuerza por desarrollar la ciencia, las artes y las humanidades en un país que las necesita con urgencia. Cabe recordar siempre este fragmento que Jairo Aníbal Niño pone en los labios de Caldas, en el cual se encuentra la razón de la necesidad de luchar a diario por salvar la Universidad Distrital: “Sin conocimiento no hay independencia. Si el árbol de la ciencia no crece en nuestro suelo, seremos esclavos de otros que se abrigan el derecho de cosecharlo”.

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