Norman Alarcón Rodas, Barranquilla, marzo 6 de 2017

La capital del Atlántico es una de las ciudades más densamente pobladas del país, con 1.228.271 habitantes según proyección del Dane para el año 2017 y un espacio público por habitante de los menores del país (0,86 metros cuadrados por habitante según el POT) en medio de un candente clima, cuando Bogotá y Medellín bordean los 4 metros cuadrados por habitante. Según Margarita Zaher, Secretaria Distrital de Planeación, para mejorar los estándares de espacio público se requieren 1.200 hectáreas verdes nuevas en una intervención en la Sociedad Colombiana de Arquitectos, capítulo Barranquilla, tratando el tema del traslado del batallón Paraíso que dejaría un terreno de 43 hectáreas que se podría convertir en un gran parque verde para los barranquilleros, pero la administración distrital ha presentado un proyecto para construir vivienda para 40.000 personas en la tercera parte de dicha área, lo que ha traído fuertes cuestionamientos de amplios sectores de la opinión pública por las consecuencias en la movilidad, servicios públicos, más hacinamiento, etc.

La Arenosa, sin duda, viene padeciendo una crisis ambiental que cada día se torna más preocupante relacionada con el modelo de ciudad impulsado por las últimas administraciones que han privilegiado la construcción de infraestructuras duras en las que el cemento predomina, aun en la remodelación de parques y proyectos como el del Jardín Botánico en el barrio La Victoria, objeto de críticas de los vecinos y ambientalistas. También en cuanto al saneamiento básico hay situaciones muy delicadas, como los cerca de cincuenta vertimientos de aguas servidas, prácticamente sin ningún tratamiento, que van a la ciénaga de Mallorquín al lado del mar Caribe, el lago del Cisne, a los caños que atraviesan la ciudad para llegar finalmente al río Magdalena. En los últimos días el gremio de ingenieros químicos del Atlántico presentó estudios de las aguas contaminadas que del arroyo León llegan al lago del Cisne produciendo mortandad de peces que se han visto en la prensa local. Los recursos del erario que se han invertido en estos casos dejan mucho que desear.

Pero la gota que rebosó la copa y que ha servido para que amplios sectores ciudadanos tomen conciencia crítica de lo que está ocurriendo en esta ciudad es el proyecto temerario de la alcaldía de pretender imponer la construcción de un nodo del Sena en los terrenos de la Normal Superior La Hacienda donde existe una reserva ecológica de 17 hectáreas, uno de los pocos pulmones forestales de Barranquilla (bosque seco tropical), establecida por un acuerdo del concejo distrital que la elevó a categoría de patrimonio ecológico de la ciudad. Esta inaudita pretensión ha ocasionado un movimiento de resistencia civil de estamentos educativos de dicha Normal, egresados, padres de familia, comunales, vecinos del plantel, frentes cívicos, ecologistas, profesionales de distintas áreas que han exigido respeto a dichos terrenos que amortiguan las altas temperaturas y representan más oxígeno para una ciudad cada vez más comprimida; sin embargo la administración distrital se ha empecinado en adelantar el adefesio y tratar de imponerlo por la fuerza de la autoridad, cuando se ha comprobado su ilegalidad, el no cambio del uso del suelo, la ley de distritos no se lo permite, la falta de licencia ambiental y del plan de manejo ambiental y violando el principio de precaución de la ley del Medio Ambiente (artículo 1, numeral 6 de la ley 99 de 1993) que prescribe que “cuando exista peligro de daño grave e irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces para impedir la degradación del medio ambiente”

Así las cosas ha brotado en Barranquilla una conciencia ecológica en defensa del medio ambiente, exigiendo lo que el sentido común impele de precavernos frente al cambio climático, en una ciudad que requiere más espacio verde y que se mejoren las necesidades básicas insatisfechas de buena parte de la población que según las encuestas de Barranquilla Cómo Vamos, un tercio de ella se acuesta sin poder comer el tercer alimento diario, lo que es un caldo de cultivo para la inseguridad, lo que se reflejó en la última encuesta Gallup según la cual para el 60% de la ciudadanía de esta ciudad la situación está empeorando.

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