Nicolás Roa Vargas, Bogotá, septiembre 20 de 2018

i.

En la Francia ocupada por los alemanes un estudiante le preguntó a su maestro sobre que hacer. Su madre se encontraba en delicado estado de salud, y su patria era humillada por los invasores. ¿Ser parte de la resistencia o acompañar a su madre? Habrá que tomar una decisión. Jean Paul Sartre, el maestro, comentó que el no podía tomar decisiones por otro, por lo que no podía aconsejarlo. El ser humano es una criatura condenada a ser libre, y tiene el deber de tomar decisiones.

Con esta anécdota Carlos Gaviria ilustró su pensamiento político en su última conferencia, dictada en el Gimnasio Moderno. Para él, la educación no debe orientarse a formar ciudadanos sumisos, sino brindar un marco sobre el que las personas puedan tomar decisiones. No obstante, más allá de las decisiones individuales, el ser humano debe decidirse en sociedad. Acá es donde llega una profunda idea de democracia, que aún se inscribe en el ideario de siglos pasados, pero resulta de una vigencia sorprendente: la sociedad debe gobernarse de forma autónoma, bajo el postulado de que debe pensar por si misma. Si en la democracia el pueblo es el que decide -cómo reza el lugar común-, es necesario que la gente tenga derecho a atreverse a pensar por sí misma. Todo ciudadano tiene que ser consciente de cual es el sentido que le da a su existencia, y para ello la sociedad debe organizarse de forma en la que le ofrece a los sujetos las garantías para ubicarlo.

Tal ideal choca con la tendencia hegemónica de convertir la sociedad en una masa de seres humanos puestos al servicio del mercado. En particular, las últimas dos décadas han sido intensas en aplicación de normas en contravía del anhelo de tener una sociedad de sujetos autónomos y con plenos derechos. No es extraño, entonces, que cómo intelectual haya decidido pasar de la arena académica a la de las cortes, y de esta a la política, escenario en el que se disputa el rumbo social.

Entre muchos otros, Gaviria dejó un legado importante en la creación del Polo Democrático Alternativo, organización política que, a pesar de los cantos de sirena del establecimiento, se ha mantenido en consecuente oposición a los gobiernos que han profundizado la desigualdad y la antidemocracia. Frente al paulatino recorte de libertades y derechos, el Polo logró sintetizar un programa común en su Ideario de Unidad, documento que, una década después, conserva plena frescura.

ii.

A poco más de un mes de elegido Iván Duque, lo que se proyecta es la profundización de la antidemocracia, tanto en el anhelo de convertir a la sociedad cada vez más en un apéndice del mercado, supeditado a los intereses del gran capital, cómo de recortar derechos y libertades a través de argumentos ultramontanos. Para recortar elementos cómo el porte y consumo de la dosis mínima, uno de los grandes avances jurídicos en vía de arribar a la modernidad, acude a señalar a los consumidores cómo delincuentes. Por esta misma vía, el Ministro de Defensa hace apología al asesinato de líderes de causas sociales, señalándolos cómo cómplices de actividades ilegales. Solo se numeran estos dos, como los casos más escandalosos, entre muchas otras iniciativas tendientes a desconocer los avances democráticos plasmados en la legislación.

¿Son estos errores de funcionarios despistados o corruptos malintencionados aislados, o corresponde a una política sistemática de recorte de garantías democráticas? Para Carlos Gaviria, la dignidad correspondía a la persona como la soberanía a una nación, por lo que cada atentado contra esta trae afrentas contra la dignidad colectiva.

El gran capital, a nivel global, se vale de varias formas para imponer su hegemonía en medio de la crisis del modelo de globalización, el cual, diez años después del infarto de Wall Street no logra recomponerse. Ahora no brilla la integración amigable, sino la amenaza franca contra la soberanía de todas las naciones. El gobierno colombiano, dirigido por intermediarios que ya no tienen la delicadeza de disimular sus tropelías contra la población (cómo lo demostró Jorge Robledo en su debate contra el ministro Carrasquilla, así como lo ha hecho Manuel Sarmiento en sus reiteradas denuncias contra Enrique Peñalosa), aprovecha esta corriente para afianzar los intereses de los monopolios y el gran capital.

En la escalada de la fascistización global se encuentran los nuevos atentados contra las libertades y derechos. En este marco es que queda estripada la cuestión de la democracia.

iii.

Otro gran demócrata, Héctor Valencia Henao, puso de presente el hecho de que los recortes a las libertades y derechos corresponde a nuevos atentados contra la soberanía nacional. Muchas de estas políticas que hoy se presentan como novedosas estrategias para combatir el crimen ya fueron propuestas alguna vez por Álvaro Uribe Vélez, quien las aprovechó también para cambiar el orden legal a su favor.

Ambos, tanto Santos cómo Uribe, buscaron ambientar las más lesivas reformas económicas promoviendo de manera directa o solapada atentados contra los derechos sociales, ya sea desde el señalamiento a la protesta civil y democrática hasta los recortes a la salud y a la educación, fundamentos de la vida en sociedad. Así mismo, ambos promovieron tesis que han calado en amplios sectores sociales, tendientes al señalamiento, a la estigmatización y al miedo cómo medios para perpetuar el régimen de quienes han separado su suerte personal de la del resto del país.

¿Qué hacer contra los responsables de esta situación? Resistir, y llamar a los sectores con arraigo en la nación a unirse para edificar un nuevo proyecto, no contenido en la antigua democracia, ejercida cómo un disfraz de la más descarnada de las dictaduras, sino una de nuevo tipo, contenida en el programa del Polo. Una democracia auténtica.

En esta vía, cobra gran vigencia el llamamiento de Héctor Valencia, cuyas palabras hablan para hoy y pesan cómo una montaña, a pesar de haber fallecido ya hace una década:

“Junto a la denuncia y condena de todas y cada una de las manifestaciones de la retrograda embestida, es indispensable que las organizaciones de izquierda, sectores de oposición y personas sensatas reafirmen –amplia e incesantemente y en íntima ligazón con los criterios en defensa de la soberanía– los principios elementales de la democracia, pues estos, en su significativa obviedad, tienen la virtud de dotar a las gentes de una escarda ideológica que les permite distinguir las malas políticas que los sumen en la crítica situación que atraviesan y, además, comprender la necesidad de oponerles resistencia.”

Referencias

Carlos Gaviria. Educación para la democracia. En https://www.youtube.com/watch?v=RGQdcwWVlCw

Héctor Valencia. La cuestión de la democracia. En http://prueba.moir.org.co/2005/08/21/editorial-la-cuestion-de-la-democracia/

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